viernes, 27 de noviembre de 2009

Cuadro del juego de la pelota según Jacques Louis David.

Un poco de la historia de este cuadro.

Para celebrar el acontecimiento, los parlamentarios jacobinos (Sociedad de los Amigos de la constitución) encargaron un año después a Jacques-Louis David plasmar el juramento. Pero para 1793, sólo tenía el esbozo del cuadro y la convulsa vida política francesa había cambiado lo suficiente como para no identificarse demasiado con el cuadro.
Mirabeau, en el cuadro de pie a la derecha tapando al hombre que reza, uno de los héroes de 1789, estaba considerado entonces enemigo de la Revolución al descubrirse su correspondencia secreta con el rey en verano. Para la opinión pública, un traidor. Así, un gran número de diputados del Congreso constituyente fue identificado con las facciones enemigas del Gobierno de Salvación Pública, por lo que David abandonó la obra. Sin embargo, uno de sus discípulos se propuso acabarla a partir del esbozo realizado por su maestro.
El pintor procuró representara la vez los hechos históricos con fidelidad, así como la exaltación. Para simbolizar el sentimiento de unanimidad hace converger hacia Bailly la mirada y los brazos de todos los diputados presentes, el cual levanta un brazo para intentar silenciar la multitud y leer la declaración en el izquierdo. Centrados y en primer plano se representan tres clérigos abrazados, uno de ellos cartujano y otro protestante, sacralizando, infructuosamente, el acto, así como representando la tolerancia. En el cuadro se reconoce también a Robespierre, primer plano a la derecha, de pie y con las manos sobre el pecho. La parálisis del único opositor al juramento, el diputado del tercer estado Martin-Dauch, sentado a la derecha del todo, se contrae ante el entusiasmo general. Otros detalles son, por ejemplo, el señor vestido de blanco tras Robespierre, Dubois-Crancé, no relacionado con la revolución pero amigo del artista, caso similar al de sus hijos, en la primera ventana a la derecha.
David se ocupa también de dibujar las caras en detalle para que cada protagonista pueda ser reconocido individualmente. Los participantes en este día adquieren así la figura de héroes nacionales. El pintor dibujó en las anchas ventanas la presencia del pueblo de Versalles, simbolizando el apoyo del pueblo al juramento. Las cortinas flamean, representando el viento de la revolución que surca Francia.

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