martes, 23 de marzo de 2010

La Gran Depresión de 1929




Se vivía una clara situación de crecimiento económico. No había paro y las empresas crecían, cotizando en la Bolsa. Al americano medio le empezaba a gustar la Bolsa, pues veía en ella un negocio rentable. Era la época dorada de la publicidad.
La economía crecía, y la Bolsa daba grandes beneficios. Las personas no cobraban los beneficios, sino que los reinvertían. Algunos, viendo que las cosas iban muy bien, empezaron a invertir dinero prestado, que no era el suyo. Los bancos prestaban este dinero, aun sabiendo que era un riesgo.
A nivel país, Chile vivía una sensación de prosperidad económica, estimulada por una fuerte expansión del gasto público del gobierno de Carlos Ibáñez del Campo, destinada a modernizar la infraestructura productiva del país. Sin embargo, este auge tuvo su origen en un alto endeudamiento externo, producto de los créditos en dólares que fluían desde Nueva York, que se imponía como la nueva capital financiera del mundo.
Esta aparente prosperidad con endeudamiento, llegó a su fin con la crisis económica internacional, que comenzó en octubre de 1929 con el derrumbe de la Bolsa de Nueva York.
En este trabajo expondremos con mayor detalle, lo que motivó esta crisis, como se desarrolló y las consecuencias que trajo tanto a Chile como al resto del Mundo.

La Gran Depresión de 1929 fue la mayor crisis económica en la historia de Estados Unidos en la cual se vio afectado prácticamente todo el mundo industrializado. Ésta comenzó en 1929 y duró alrededor de una década.
Ésta fue precipitada por la crisis de la economía norteamericana, que comenzó en 1928 con la caída de los precios agrícolas y estalló cuando el 29 de octubre de 1929 se hundió la Bolsa de Nueva York. Ese día bajaron rápidamente los índices de cotización de numerosos valores -al derrumbarse las esperanzas de los inversores, después que la producción y los precios de numerosos productos cayeran por espacio de tres meses consecutivos- y se vendieron precipitadamente unos 16 millones de acciones. No solo se trataba de una semana crítica; las cotizaciones continuaron bajando los años siguientes. En principio no se pensó que fuera una crisis auténtica, sin embargo se extendió entonces a la industria y el comercio. Los bancos no tenían dinero y las industrias no obtenían créditos, por lo que no podían producir, debiendo despedir a miles de trabajadores. Esta situación se extendió a Europa, que estaba inundada de capitales estadounidenses y donde causó una gran devastación.
Es dentro de este marco histórico y geopolítico que en los países de occidente y particularmente en los Estados Unidos se comienza a implementar una política en la que el Estado interviene activa y directamente en la economía. Se trataba del “New Deal” o el Nuevo Trato, lo que en Europa se conoció como el Estado de Bienestar,” Welfare State”. Este proceso fue temporalmente interrumpido por la segunda guerra mundial.

Muchos factores jugaron un papel en el desencadenamiento de la crisis; no obstante, la causa básica de este desastre financiero, conocido también como jueves negro o crash, fue una especulación exagerada, debida a la sobreproducción y a la inflación del crédito, además de la mala distribución de la riqueza en los años veinte y la extensa especulación en el mercado que se llevó a cabo durante la ultima parte de esa década. La mala distribución de la riqueza existió de varias maneras. El dinero estaba desigualmente distribuido entre la clase alta y la clase media, dentro de los Estados Unidos había desigualdad entre la industria y la agricultura, y también la había entre Estados Unidos y Europa.
Este desbalance de riqueza creo una economía inestable. Por esto, la prosperidad económica estadounidense comenzó a declinar a partir de 1927.

Se extendió al mundo dado el lugar ocupado por los Estados Unidos en la economía mundial. Así, los efectos de la crisis bursátil de Wall Street, la Bolsa de Nueva York, de octubre de 1929, se transmitieron rápidamente por los cinco continentes. Existían conexiones con la economía internacional, aunque con mayor intensidad con la economía europea.
También se extendió a Latinoamérica, ya que al ser una zona especializada en exportación, la inestabilidad de los mercados de esos productos que se vivía en el mundo, solo era solucionable con una adecuada financiación exterior, pero la interrupción en el flujo de capitales norteamericanos a la región y la caída en las importaciones de algunos productos de América Latina acentuaron todavía más las consecuencias para éste lado del mundo.
Asimismo, Europa ayudó indirectamente a que Latinoamérica fuese afectada por la crisis. Dada su compleja interacción internacional en el terreno comercial y financiero con Estados Unidos, involucró a importantes mercados estrechamente vinculados a las economías latinoamericanas. Para las economías abiertas de América Latina, que dependían de su capacidad exportadora para importar los productos necesarios para su crecimiento, las consecuencias no pudieron ser más desastrosas, aunque la intensidad del impacto varió de país a país.
4-. Consecuencias a nivel mundial
Son muchas las consecuencias que provocó esta gran depresión, en todo tipo de aspectos, no solamente el económico.
La caída de los precios en América afectó a las industrias de otras partes del mundo que tenían precios superiores a los estadounidenses y que al no poder competir, vieron drásticamente reducidas sus exportaciones. Al mismo tiempo, la disminución de la demanda norteamericana, (y por ende, de sus importaciones), frenó las exportaciones de muchos países, con lo que disminuyó el comercio mundial.
Los Estados Unidos también trataron de repatriar capitales que habían invertido en diferentes países. Esto tuvo una especial repercusión en Alemania, que tenía cuantiosos créditos tomados a Norteamérica, pues ese país había sido prácticamente obligado a endeudarse para hacer frente a las reparaciones de guerra estipuladas en el Tratado de Versalles, las que debían ser pagadas en efectivo.
En la vida política internacional se acentuaron los nacionalismos. La vuelta al proteccionismo, al nacionalismo, como el fascismo italiano o el nazismo alemán. Comprobada la imposibilidad de instaurar una era de entendimiento cada potencia se desentenderá del resto. Aquí comienza, en gran medida, el camino hacia la guerra.
En orden de política interior se produce un descrédito de la democracia parlamentaria. Al demostrarse la necesidad de la intervención estatal se refuerzan los gobiernos autoritarios y los poderes ejecutivos toman las riendas por encima de los otros dos poderes del Estado.
La crisis repercute también en la demografía, que se detiene, e incluso se produce una regresión. En países totalitarios, temerosos de la repercusión que un descenso de la natalidad puede tener en su potencial militar, estimulan los nacimientos.
Los movimientos de población también son afectados por la crisis y se detiene la concentración urbana, así como también se paraliza la emigración internacional. Sin embargo, hay algunos sectores que se benefician, sobretodo por el descenso de precios, que aumenta la capacidad adquisitiva de aquellos que mantienen sus ingresos.
En casi todos los países se fortalecen los sindicatos y los partidos políticos obreros, algo que ocurrió también en Chile.
También en el orden intelectual se produce una crisis de valores.

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