domingo, 20 de junio de 2010

La mujer en Bosnia

En Bosnia, después de la guerra, las mujeres
ya no constituyen la mitad de la población;
muy al contrario, son mayoritarias. Pero
aun así no dejan de tener los problemas de
las minorías. Prácticamente, hoy tienen todas
las obligaciones que tradicionalmente han
correspondido a los hombres en una sociedad
patriarcal como la nuestra; hoy, la mujer se
encarga de asegurar el pan de cada día o, como
explícitamente se dice en nuestro país, se ha
convertido en el jefe real (en bosnio, en «la
cabeza») de la familia, pero sin dejar por eso
de ser el puntal de la familia, como siempre
ha sido, o, más precisamente, de estar al servicio
de la familia y del marido, de ser la que
mantiene la célula familiar, que para ella,
tanto biológica como culturalmente, representa
su mundo y el objeto de su culto. Esta
paradoja existe realmente en nuestra sociedad
de posguerra: cuanto mayor es el número
de mujeres, más minoritario es su estatus
en la sociedad.
En este punto conviene añadir otro factor
que contribuye a «enfermar» aún más al conjunto
del grupo femenino. Humilladas por el
hecho de haberse visto «amputadas» de sus
allegados, expulsadas y reducidas al estado de
desechos étnicos, a las mujeres se las ha herido
profundamente no sólo por causa de su pertenencia
étnica, sino también por causa de su
pertenencia sexual; ya que, en el medio patriarcal
al que pertenecen, se «repara» y se
«hace referencia» a ellas precisamente por su
condición de mujeres. Se puede decir que, después
de todo lo que se han visto obligadas a
sufrir, las mujeres bosnias han dejado de constituir
una minoría, porque las minorías existen,
pero ellas no existen ni a los ojos de sus
maridos ni a los suyos propios. Al mismo tiempo,
el hecho de poner a las mujeres en esta situación
fue el medio más sofisticado de humillar
al hombre que vivía en el seno de una
sociedad patriarcal y de atentar contra su honor,
contra su derecho inalienable a la «posesión
» de la mujer como parte esencial de sí
mismo (¿una de sus costillas?). Así pues, ¿esta
imagen tradicional de la mujer bosnia se ha
perdido también?
Las mujeres bosnias no sólo fueron sistemáticamente
violadas porque eran (son) un eslabón
de la cadena de reproducción, sino
también porque eran (son) un eslabón antropológico
de la célula familiar, y, por tanto, portadoras
de la cepa del código cultural de la comunidad.
Así pues, son mujeres sin rostro,
portadoras de cadenas culturales, ya que, por
su condición de «cepa», permiten la renovación
de la célula cultural y familiar; ellas son
las que enseñan a los niños su lengua materna,
las que les cantan canciones de cuna, las que
susurran las primeras oraciones y las que, extendiendo
una alfombra bosnia sobre el suelo,
crean un hogar donde siempre habrá un pan
recién salido del horno y un oloroso pastel.

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